En San Pedro un hombre se destacó por su valentía y dedicación. El doctor Orlando Varela (69) fue el primer veterinario en ejercer en la región y uno de los pocos que se atrevió a adentrarse en las colonias más distantes para brindar atención a los animales enfermos y asistencia a los productores. Fueron 35 años de una vida dedicada al trabajo veterinario, a la educación y fue el fundador del departamento de bromatología del municipio, motivo por el cual es reconocido en toda la localidad por su profesionalismo y sentido del humor que lo caracteriza.
Su labor no fue fácil. Enfrentó numerosas dificultades, desde terrenos inhóspitos hasta enfermedades desconocidas. Sin embargo, su pasión por la veterinaria y su compromiso con la comunidad lo llevaron a superar cada obstáculo. Actualmente ya jubilado, reside en la ciudad de Obera. Estuvo en San Pedro desde 1981 hasta 2015, es decir 35 años.
Es oriundo de la provincia de Entre Ríos donde nació, estudió en la provincia de Corrientes donde se recibió como médico veterinario en la UNE y en Chaco se formó como maestro, profesor de enseñanza secundaria y profesor en enseñanza terciaria. En Misiones, estuvo un año en el ejército en Posadas, cuando se le abrieron las puertas para sentar bases en la capital de la Araucaria.
«Por medio del entonces intendente Pedro Argentino López Güera me fueron a buscar y me ofreció trabajo. Él estaba buscando un veterinario para organizar el servicio de bromatología municipal. La propuesta me interesó, me daba la vivienda, a los seis meses me pasaba a planta permanente y después una vivienda del IPRODHA, y me fui, ahí me quede» contó a El Territorio, Orlando Varela, al recordar cómo llegó al municipio.
“Toda mi vida pase trabajando y estudiando, me case y tengo dos hijos, Augusto Marcos” dijo el veterinario, quien en 1987 ingreso en el Ministerio de Asuntos Agrarios hasta jubilarse en el año 2021, esto significa que como Veterinario trabajó siempre en Extensión Rural para dicho Ministerio. “Lleve adelante varios programas con los productores. En 1987 inicio con los programas Ñande Vaca y Ñande Cerdos. Se le entregaba a los productores vacas lecheras Holando Argentino y cerdos de Landrace y Duroc Yersey” recordó como un logró sumamente importante para la zona rural en esa época.
Orlando, realizaba el asesoramiento y seguimiento a los productores que fueran beneficiados con esos programas. Luego aparecieron los programas grupales del FIDA BID que consistía en proveer Asistencia Técnica y Financiera con créditos para los colonos. “Incluía a grupos de varios rubros de productores: cría bovinos, engorde bovinos, creamos un grupo de mujeres dulceras en Terciados Paraíso y aserradero. Los acompañaba desde el diagnóstico, elaboración del proyecto y capacitación, todo grupal” recordó Varela.
Y destacó que “Llegamos en dos oportunidades con Stan propio a la Fiesta del Inmigrante”.
Su trabajo era netamente a campo, abarcaba todo lo referente a la sanidad animal, y pese a las distancias, dificultades por caminos intransitables muchas veces, fue de las mejores experiencias por la calidez con que le recibían las familias “Cuando yo llegaba exigían que te quedaras a comer con ellos” tal como mencionó sin poder ocultar ese vínculo que se iba mucho más allá de lo laboral.
Algunas de las colonias en la que se desempeñó fueron Luján, donde recordó a familias como los Pulkosky, Gabriel Borek, Albino Mix, Celso Dos Santos, Ferreira Da Silva, en Terciados Paraíso Familia Milani, Doña Lurdes Bazana, Ilvo Mattje, los Perinazos; tenía grupos también en Fortaleza con familias como Carliño Dornelles, Puzuka, Arístides Alvez, Escurra. “Trabajé un par de meses en Santa Rosa en la regularización de las tierras. Se peleaban los colonos entre ellos para invitar almorzar” rememoro.
En cuanto a la realidad de las familias en las chacras, eran personas muy trabajadoras, tenían de todo para autoconsumo y las enfermedades de los animales eran las de siempre con la diferencia de que hace treinta años no existía el calendario sanitario. “Cuando aparecía un caso recién vacunaban contra esa enfermedad. Eso fue al precipicio. Luego incorporaron el calendario sanitario. Había muchos mitos también” señalo Varela.
Entre las enfermedades más frecuentes mencionó el carbunclo, la mancha, la rabia-que todas se pueden prevenir mediante vacunas-y los parásitos internos y externos como la ura y la garrapata.
En lo que respeta a la alimentación de los animales, en especial, el ganado, en los 80 las pasturas era la mayoría naturales. Después comenzaron a plantar pasto elefante, caña de azúcar, leucaena y como un gran desafío para el veterinario, se incorporó la sal mineral en bateas a voluntad todo el año. “Eso costó mucho entender y ver los beneficios” aseguró.
A lo largo de su carrera, acumuló innumerables anécdotas y experiencias que hoy son recordadas con cariño, tanto él como por la comunidad. Entre alguna de las anécdotas, compartió como fue su experiencia con su primer paciente; un loro. “Le dije a la dueña que lo deje en mi casa con jaula y todo. Le hice medicación en el agua e inyectable. Al otro día murió el loro” contó Varela.
Sin embargo, no podía fallarle a su primer cliente, y se las ingenio-menos mal que el loro no era de los que hablaba-. “Como no quería fallar con el primer paciente tuve que ir hasta Eldorado y comprarle uno parecido. Y le dije pase a la tarde noche a buscar su loro. Y así fue. Luego me dijo un día que lo veía cambiado. Y le expliqué que era por acción de los medicamento. La dueña nunca se enteró. La dueña falleció hace unos años” recordó con toque de picardía y humor, cualidades que junto a la predisposición, es como lo recuerda todo colono.
En el día del veterinario, no quiso dejar pasar la oportunidad para dejar un mensaje a los profesionales de importante y necesaria área. “El Veterinario trabaja con las manos, la mente y el corazón. A los jóvenes colegas les digo que se animen a radicarse en el interior, donde hacen mucha falta y además son muy bien reconocidos y valorados por toda la población. Feliz día del Veterinario” concluyó Varela, quien por varios años colabora con una agropecuaria del municipio y es uno de los más de 400 veterinarios que existen en Misiones, de los cuales 200 están en Posadas, 50 en Obera, 50 en Eldorado, y los restantes 100 dispersos por los demás 75 municipios.
Su legado trasciende su labor profesional, inspirando a futuras generaciones de veterinarios y solidificando su lugar en la historia de San Pedro, tanto que, desde el Concejo Deliberante, por iniciativa del Concejal y presidente del mismo, realzarán un reconocimiento especial a su persona, justamente por tratarse del primer médico veterinario en desempeñarse en el municipio.
En paralelo a su trabajo como veterinario, se dedicó a la docencia por más de 30 años, pasando por el B.O.L.P N*2, el BAPA, la escuela de Frontera 601 e Instituto Saavedra en los Profesorados de Educación Técnica y Biología, fue profesor titular por más de 28 años en el I.E.A. Nº2 hasta la jubilación, donde muchos egresados recuerdan su cuaderno de chistes.
Un veterinario, multifacético; además es coautor de dos libros
Uno de los libros lleva por nombre “El Desafío de San Pedro” en que participaron cuatro autores. Cada uno escribió un Capítulo, entre ellos el veterinario Varela que escribió sobre ganadería, el ingeniero Perticalari aporto sobre Ecología, el ingeniero Vidal sobre Forestación y el ingeniero sobre Agricultura. “Éramos un equipo que siempre trabajábamos juntos en la entonces Casa del Colono, de la cual yo fui designado como Coordinador por las autoridades de Posadas. Muchos de esos proyectos se ejecutaron. Otros quedaron en el tintero” contó Varela.
El otro Libro se llama “Diagnóstico Microregional” se trata de un libro del Ministerio de Asuntos Agrarios en el cual cada técnico escribió sobre la parte de la región en donde trabajaba. “Yo redacté todo sobre San Pedro, otros hicieron sobre San Vicente, Aristóbulo de Valle, El Soberbio. El Concejo General de Educación lo valoró como libros de Cultura General a ambos” destacó Orlando.
Nota: El territorio Ver Nota original